domingo, 21 de junio de 2009

Diseño científico y ciencia diseñada.


Habitualmente, el diseño se utiliza en el contexto de las artes aplicadas y disciplinas creativas. Este, se define como el proceso de plasmar el pensamiento de la solución a un determinado problema o dilema, mediante esbozos, dibujos, bocetos o esquemas trazados. La palabra diseño proviene del término italiano disegno, dibujo. Representa el porvenir, la visión gráfica del futuro. Lo ya hecho es la obra, lo por hacer, es el proyecto y el proceso previo de búsqueda de soluciones para las cuestiones que plantea el proyecto es el diseño.

Muchas veces, asociamos el diseño a las pasarelas, los edificios o los electrodomésticos... pero si tentados por la curiosidad analizamos su definición, nos damos cuenta de que en realidad el diseño es algo mucho más cotidiano. Miles son los problemas que se le plantean a la ciencia y a las matemáticas: ¿Cómo es nuestro Sistema Solar?, ¿Qué estructura tiene el ADN?, ¿Cómo repartiremos mejor el peso de una catedral?... Otras mil y un a la tecnología: ¿Cual es el mejor diseño para el ala de avión?, ¿Cómo crear una plataforma interactiva?, ¿Cómo desarrollar el software de una nueva aplicación?... En todas estas situaciones existe una búsqueda previa de soluciones, existe un diseño científico o tecnológico.

Hemos acercado el diseño a la ciencia... pero ¿qué os parecería una relación biyectiva?, ¿qué tal si acercáramos la ciencia al diseño?. A mí, personalmente, ¡¡me resultaría interesantísimo!!

En mi caminar por el mundo, museos, tiendas e Internet suelo buscar objetos que jueguen con la ciencia. Mis amigos y familiares se han unido a esta curiosa afición, y ha acabado siendo una pequeña gran diversión que ha llenado mi casa de cachivaches tipo: Lápices con el número e (2'7182818284590452354...), camisetas con el número π (3'1415926535897932384...), colgantes hechos con condensadores, pendientes con el símbolo de infinito (\infty)...

Seguramente, todo empezó en esas clases de electrónica aplicada en que Aina y yo empezamos a mirar los leds, las resistencias y los condensadores con una nueva mirada... De repente, aquellos integrantes del circuito nos mostraban sus colores y su magia...

De hecho, en 2º de BUP, ya había estudiado el código de colores de las resistencias:



Poco a poco, Aina y yo empezamos a poblar nuestras orejas con leds verdes, resistencias de 1300 (Marrón-Naranja-Rojo) o de 80 (Gris-Negro-Negro). No era tanto el valor de la resistencia como su armonía pictórica.

Como anécdota, explicaré un día que fui a comprar resistencias a una ferretería de Reus. Yo había hecho los cálculos... quería una resistencia (violeta-azul-verde), lamentablemente no tenían 7'6x 106. El dependiente me comentó que tenía que elegir entre otros valores o intentar colocarlas en serie (una después de la otra) o en paralelo (con dos terminales comunes) para poder sumar dicha cantidad. Yo, no estaba muy segura de qué combinación luciría mejor colgada de mis orejas... así que le pedí que me las mostrara... ¡Jamás había visto alguien con tal cara de sorpresa!!

Mi sueño sería que algún día, La Mandarina pudiera repartir omnios y amperios en forma de joyas y atuendos, al mundo entero!!

domingo, 14 de junio de 2009

Celebrando la Ciencia


Este fin de semana se está celebrando la tercera edición de la Fiesta de la Ciencia en el parque de la Ciutadella de Barcelona. En estos dos días, los árboles, la tierra y el césped de la Ciutadella comparten su calma y el calor primaveral con Telescopios de Galileo, Theremines, péndulos, peonzas, teatro científico, y en esta ocasión, ordenadores y programadores de Scratch.

Creo que iniciativas como esta, organizada por el Ayuntamiento de Barcelona, son una muy buena manera de empezar un diálogo científico y tecnológico entre profesionales y ciudadanos.

Personalmente, he disfrutado de aquellas actividades que han sabido alejarse de las presentaciones Power-Point y los discursos artificiosos, aquellas que han sido capaces de hablar en un idioma cercano y escuchar a su interlocutor.

En mi paseo, mi quedé entretenida con los espectáculos que eran capaces de mezclar ciencia, sentido del humor y dotes de interpretación con el gran salto evolutivo y la salida de la vida fuera del agua.

Disfruté de las explicaciones de por qué vuela un avión, por qué un cohete despega o qué es la 3era Ley de Newton: la Ley de Acción y Reacción. Esta ley expone que por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza de igual intensidad y dirección, pero de sentido contrario, sobre el cuerpo que la produjo. Y aunque parezca algo estrambótico, es gracias a ella que los humanos caminamos, ya que el suelo ejerce sobre nosotros y hacia adelante, la misma fuerza que nosotros hacemos contra él hacia atrás o que los cohetes vuelen hacia la Luna o los fuegos artificiales alcancen nuestros cielos.

También me gustaría destacar la presencia del eStudiolo de PénduLum y sus muchos artilugios Galileoanos o Newtonianos... O felicitar a los organizadores de las charlas ¿Qué nos pueden explicar los fósiles? o ¿Los ordenadores hacen sólo aquello que les pedimos?

¿Queréis saber más? Todas estas actividades, contaban con un equipo de jóvenes reporteros de diferentes escuelas de la ciudad de Barcelona, que transmitían en vivo o en diferido (según la connectividad) todo lo que iba sucediendo. ¡Magnífico! Niños, niñas, jóvenes, mayores, padres, abuelos, sobrinos y nietos, todos tenían algún incentivo para participar de un pedacito de ciencia.



Y a pesar de mi alegría y en medio de tanta generosidad científica... a mí, aún me queda alguna cosa en el tintero por decir... Una pequeña crítica, y no a la Fiesta de Ciencia, que me parece una increíble idea, sino a la Ciencia o a los científicos, o a los que cómo yo, nos dedicamos a la divulgación científica. Y es que hace tiempo que me pregunto... ¿Cuanto hay de diálogo y cuánto más de monólogo?, ¿Cuanto espacio dejamos a los verdaderos protagonistas, los que se emocionan con la ciencia y cuanto espacio invadimos o invaden los que hacen ciencia?

La ciencia nació para darnos respuestas, entretenernos en el camino del conocimiento y ayudarnos en nuestro día a día. La ciencia no apareció para ser sólo el tesoro de unos pocos, ni siquiera para dar nombres ilustres, ni publicaciones de gran citación. La ciencia es innata al ser humano. Des que que nacemos probamos, analizamos, experimentamos, repetimos, llegamos a conclusiones... Es la sociedad que con sus clasificaciones artificiales, metodologías anticuadas, y eslógans fraudulentos... poco a poco aleja a las personas de sus ansias de entender. Por suerte, no nos convence a todos ni nos separa para siempre. ¿Quién no ha sentido ganas de volver a estudiar física, biología o tecnología cuando en un Museo de la Ciencia o en un centro de tecnología les fascinas con experimentos que parecen magia o imposible? Sólo hace falta recordar qué nos movía a entender y explorar cuando iniciábamos nuestras carreras como científicos.

¿Y cual es mi propuesta a tal desvío de caminos? Primero, bajaremos a la Tierra... que hasta para hablar del firmamento necesitamos interlocutores terrícolas, después escucharemos las preguntas y responderemos sin un "eso es algo complejo", finalmente dejaremos espacio... y sobre todo estaremos contentos de compartir y de aprender porque las ansias de saber son para todos y nadie sabe más o menos... ¡conoce cosas distintas!

Y para que no me quede yo solo escribiendo y obtusa con un monólogo... dejo de golpear mi teclado y abro ojos y oídos a vuestros comentarios... Porque una mandarina no es dulce, ni ácida sino en las papilas del que la prueba!!!