viernes, 24 de julio de 2009

¿Ecuaciones rotas?


Existen días en que celebro ser física, y con ello no me refiero a material, no, sino a haberme dedicado durante unos años a una disciplina de la ciencia natural que estudia las propiedades del espacio, el tiempo, la materia y la energía, así como sus interacciones. Son los días en los que me siento feliz de haber podido estar cerca de preguntas cómo qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos y de qué estamos constituidos... Son los instantes en los que me entusiasmo recordando la magia de las matemáticas o comprobando la belleza del Universo.

Existen otros momentos, en cambio, normalmente más prácticos y cotidianos, en los que desearía no haber sido entrenada en el pensamiento científico... Momentos en los que Platón me parece el enemigo número uno de la felicidad moderna. ¿Qué es lo que me tortura? ¿Qué es lo que me disgusta? ... O mejor... ¿qué es lo que me lleva a la decepción?

¡El increíble Mundo de las Ideas! Seguramente, expertos en Filosofía, conocerán este tema mucho mejor que yo... De hecho, sólo pretendo hacer un esbozo de la "torturante" teoría platónica: El mundo de las ideas o mundo inteligible hace una clara división entre un mundo físico, material, cambiante e imperfecto y otro compuesto por las ideas o impresiones de esos objetos, inmutable. Este segundo mundo es considerado por el autor como la perfección, cercano a la virtud máxima, el bien, la idea desde la cual se construyen los objetos físicos, que no son más que copias imperfectas de dichas impresiones.

Los Físicos, como otros tantos científicos, también tenemos nuestra propia concepción del Mundo de la Ideas. Este mundo está lleno de ecuaciones, expresiones y relaciones. Es el mundo de los modelos matemáticos. Los modelos son simplificaciones que convierten a un objeto complejo e inabordable en algo más simple y estudiable, a través de los métodos científicos. Los modelos son muy útiles o han sido muy útiles para ayudar a la humanidad en la comprensión del mundo. Aunque desconozco si son el único camino hacia la comprensión. Aún así, es verdad, que si tuviéramos que tener en cuenta todos los inacabables detalles de cada objeto de estudio, jamás llegaríamos ni siquiera a enunciarlos... Pero claro está, una cosa es simplificar y la otra llegar a situaciones tan cómicas como la descrita por la primera anécdota que se explica en Fundamentos de Física al llegar a la Universidad:

Había una vez una vaca que daba poca leche, y su propietario decidió llamar a varios científicos para que le ayudaran a encontrar una solución.
El biólogo le contestó:

-" Ningún problema, hacemos un estudio genético de la vaca y de sus progenitores..."
A lo que el químico respondió:
-" Bueno, tal vez podríamos analizar el pienso y el agua de la cual se alimenta..."
Cuando el físico señaló:
_" Mira, lo mejor será que nos imaginemos una vaca esférica de radio pata y densidad constante en un campo gravitatorio."

No podemos evitarlo, acabamos viendo las vacas como sistemas abiertos no estacionarios que intercambian materia y energía con el exterior... Evidentemente, ¡estoy exagerando!, pero si que es cierto que simplificar, modelizar y sobretodo, volviendo al mundo inteligible, crear modelos ideales, acaba conllevando una especie de idealismo, platonismo y "decepcionismo", si no se es consciente del proceso, intrínseco al método.

Por ejemplo... queremos estudiar el aire. Una mezcla formada mayoritariamente por oxigeno y nitrógeno en estado gas. Nos podemos centrar en cualquiera de los dos componentes e ir a buscar una de nuestras leyes o ecuaciones... ¡la ley de los gases ideales!

La ley de los gases ideales es la ecuación de estado del gas ideal, un gas hipotético formado por partículas puntuales, sin atracción ni repulsión entre ellas y cuyos choques son perfectamente elásticos (conservan el momento y la energía cinética). ¡Son maravillosos los gases ideales, pero son inexistentes! Los gases que nos rodean son gases reales... Y de acuerdo que existen algunos, como los gases monoatómicos, que en condiciones de baja presión y alta temperatura, presentan un comportamiento que se aproxima muchísimo al de un gas ideal... pero... continúan siendo entes platónicos, entes abstractos, entes ficticios... entes decepcionantes...

Tal vez, este es un problema hipotético y que yo misma esté construyendo mi propio "conflicto ideal sobre la idealidad"... pero quiero hacer una llamada a los físicos mandarínicos... Y no físicos también.... ¿No existe en vosotros una tendencia asintótica hacia la construcción de utopías (cual Waslala, una gran novela de Gioconda Belli, por cierto) y espectativas jamás alcanzadas?

Si no fuera así, si nadie participara de mi conflicto, revisaría mis hipótesis y empaquetaría mis teorías... pero... si uno, tan sólo uno de vosotros me ayudara en esta continua creación de "mundos ideales" y "frustraciones reales", le regalaría, desde hoy mismo, una vaca esférica, un humano cilíndrico y un hilo infinito, que llevo, desde hace años, en mi equipaje.

Si queréis leer más anécdotas como la de la vaca, o ampliar la lectura sobre el modelo, el preconcepto, el método científico, entre otros, Claudi Mans acaba de publicar un libro interesante con un título muy sugerente: La Vaca Esférica.

Salud a todos y no se me desanimen... ¡¡hasta lo malo tiene matices y recovecos!!


lunes, 20 de julio de 2009

Cuatro museos, cuatro historias museográficas distintas


Este está siendo un verano muy museográfico para mi... Un verano muy especial.

Hace algo menos de un año, empecé este blog con un post en el que hablaba de la exposición temporal dedicada a los homínidos que se exponía en el Staatliches Museum für Naturkunde de Karlsruhe. Eso era el 4 de agosto del 2008. Este verano, en mi treinta aniversario, el 4 de julio del 2009, decidí cruzar el Atlántico e irme a visitar algunos museos de ciencia y tecnología de la costa oeste americana.


He pasado diez días maravillosos recorriendo la costa californiana entre Point Reyes y Morro Bay. Ha sido un viaje increible en el que he podido disfrutar de la naturaleza en su estado puro. Si camino a Point Reyes veíamos ciervos, vacas y un antiguo faro construido a finales del s. XIX.


A lo largo de nuestra bajada por el Big Sur dirección Morro Bay vimos secuoyas a nuestro paso por Redwoods.




Y focas, morsas, nútrias y ardillas en Piedras Blancas. ¡Fue muy emocionante!


Pero no fueron sólo mi cumpleaños y la naturaleza en su estado más salvaje los únicos protagonistas de este viaje. Centros tan emblemáticos como el Exploratorium, el Tech Museum, el Aquarium de Monterey, el California Academy of Science, el San Francisco Museum of Modern Art o el Japanese Tea Garden de San Francisco también fueron visitas principales de mi fugaz escapada californiana.

Cada uno de estos museos respira y late de forma distinta e incluso de los cuatro museos científicos visitados, no hubo ninguno que repitiera la misma historia.

El mismo 4 de julio, emocionada no sólo con la celebración americana de su independencia, sino también con mi entrada en la treintena, visité, el más esperado de los museos... el padre de los interactivos, el nido de la creatividad. Sí, con la imagen del Golden Gate Bridge aún en mi retina... divisaba el logo del Exploratorium. La emoción no era pequeña... Y tengo que decir... ¡que la experiencia no fue en absoluto decepcionante! Entre aquellas cuatro paredes y aquel espacio diáfano y amplio se aglutinaban miles de acciones que daban respuesta a miles de preguntas y generaban aún más preguntas. Un espejo cóncavo gigantesco nos devolvía una imagen invertida y con el punto focal entre el espejo y el observador. Las leyes de la Física, se mezclaban con experimentos de percepción, Biología, Psicología, Arte o Ingeniería... La tienda del Exploratorium también fue parada obligada... en ella compré algún que otro recuerdo, juguetillo científico y varios libros. Encima de mi mesa me esperan Something incredibly wonderful happens, Frank Oppenheimer and the World He Made Up de K. C. Cole y Exploratopia con más de 400 experimentos para mentes curiosas desarrollado por el propio Exploratorium.

La siguiente visita fue al Aquarium de Monterey. Personalmente, siento una cierta atracción hacia el mundo marino, el agua y las profundidades oceánicas. Imagino que, como decía en el propio acuario, el mar es lo más cerca que llegamos a estar de otro mundo. Aún así, quiero remarcar que el Aquarium de Monterey es algo especial. Su lema es "Explorar, descubrir, actuar". En él, dialogan la belleza, el conocimiento científico y la responsabilidad ecológica. Consta de una museografia bellísima y diversa adaptada para diferentes tipos de público. Existen salas diseñadas para los más pequeños, incluso para los tan pequeños que sólo juegan con formas, sonidos y algún concepto. El contenido es múltiple, los interactivos están perfectamente ambientados, los diferentes ecosistemas se reproducen pedagógicamente y la exposición de las medusas es la obra de arte viva más bella del mundo. Tan urticarias y tan fascinantes... Podrías pasar horas contemplando a esas criaturas...

Subiendo por la carretera central vimos sistemas de succión de petróleo... Finalmente, llegamos a San José. Nuestra parada en esta ciudad estaba destinada a ponernos en contacto con el personal del Tech Museum, quienes nos atendieron con gran amabilidad. El Tech Museum es un museo distinto, ¡donde la tecnología empieza a ser protagonista! Hace tiempo, que los Museos se entienden como aquellos lugares que nos hablan del pasado, pero no olvidemos que, ya en su día, las Exposiciones Universales supusieron una gran revolución en el mundo expositivo. Mostraban ciencia contemporánea, tecnología y artilugios del presente y del futuro. Podríamos decir que el Tech continúa con ese paso adelante.

Y ya vamos de vuelta a San Francisco... que el viaje se acaba y aún nos queda mucho por ver y un gusto nostálgico porque sabemos, que aunque han sido sólo diez días, jamás olvidaremos California. De nuevo en la city, visitamos el California Academy of Science. Un Museo recién renovado que ofrece al visitante un picoteo entre las diferentes especialidades con formatos frescos y juveniles como la jornada de puertas abiertas tardía con cocktails científicos y no tan científicos. Tal vez la parte que me gustaría destacar más sería la del planetario. Una immensa cúpula con seis proyectores preparados para mostrar los misterios del firmamento. Y finalmente, un tejado ecológico e innovador visitable para todos y con telescopios apuntando al astro Rey, nuestro Sol.


Como veis no ha habido tiempo de aburrirse... más bien ha sido una experiencia, que desearía se hubiera alargado algunos cuantos meses más...



Ya de vuelta, he asistido al curso Ciència, Tècnica i Patrimoni Industrial: Museïtzar i Conservar ofrecido por la Universidad de Barcelona. Diez profesores, entre ellos Jorge Wagensberg, Xavier Roigé o Isabel Fuentes nos han ido acercando al concepto de museo, de interactivo, de patrimonio industrial... nos han explicado sus casos concretos... En particular me gustaría felicitar a Emi Turull, directora del Museu Agbar de les Aigües, por su emocionante exposición y las brillantes ideas, actividades y propuestas del centro. Pero a pesar de las 20 horas de clase magistral... me queda en la garganta la sensación... que nada es como experimentar uno mismo la aventura de un museo. Oler, tocar, escuchar, ver y juzgar a los pioneros y a los grandes es realmente inspirador. Si alguién tiene la oportunidad de viajar a California, que no se pierda estos cuatro museos, con sus sendas historias.

En Citilab estamos pensando en iniciar un nuevo camino expositivo, pero siguiendo la filosofía del centro... tendremos que hacer una gran immersión para podernos reinventar un nuevo concepto de exposiciones tecnológicas participativas. Os seguiré informando...