jueves, 22 de octubre de 2009

La ciencia está ahí fuera


¡Dos entradas en un día! Algo inaudito, pero es que el Universo da material para inspirarse a cada instante. Y yo no puedo dejar de compartirlo con el mundo. Quien no se emociona es porque no quiere...

Esta tarde, estaba trabajando tranquilamente cuando he recibido la llamada de un amigo. Busca una ventana, un balcón... y mira al cielo, me ha dicho. Un enorme Arco Iris envolvía la ciudad de Barcelona. O mejor dicho, dos arcos envolvían la ciudad condal. El Arco Iris es un fenómeno óptico y meteorológico que produce la aparición de un espectro de luz continuo en el cielo cuando los rayos del Sol atraviesan pequeñas partículas de humedad contenidas en la atmósfera terrestre. Este espectro de luz continuo se observa como un arco multicolor con coloraciones rojas, naranjas o amarillas en la parte más exterior y color azul o violeta hacia la parte más interior. Un fenómeno menos frecuente es el Arco Iris doble, el cual incluye un segundo arco más tenue con los colores invertidos, es decir, el rojo hacia el interior y el violeta hacia el exterior. Y es eso exactamente lo que hemos podido observar esta tarde de finales de octubre. ¡Ha sido increíble! ¡Era precioso!

Las prisas, la emoción y la inexperiencia, tal vez no me hayan permitido tomar fotografías de la altura del acontecimiento, pero prometo, y no es broma, iniciar en breve cursos de fotografía. La Naturaleza es tan increíble que tenemos que estar preparados para poderla capturar, robarle un instante al tiempo y perpetuar el fenómeno para aquellos que no hayan tenido la suerte de verlo. Evidentemente, no hay nada como la propia experiencia, sucede lo mismo en un eclipse de Sol. La emoción, la sensación de efímero, de mágico no es substituible por una imagen... pero ayuda a recordarlo, o si no se ha visto nunca, a imaginarlo.

¡Feliz Arco Iris doble!

El Exploratorium, un sueño, una utopia hecha realidad


Me diréis que ya os he hablado de este tema, y tendréis razón, pero es que el Exploratorium da para una y mil entradas. Es una lugar, es una idea, es un sueño que se reinventa, que nos enseña, que nos fascina, que comparte, que pide de nuestra interacción y que nos cautiva... Si tus pasos te llevan a él, y no me refiero sólo al edificio, sino también al concepto, a la revolución, ya no existe vuelta atrás.

El mes de julio volví de California con una maleta llena de libros sobre ciencia, exposiciones, tecnología, inventos, biografías... Poco a poco el montoncillo de libros va perdiendo altura y yo voy devorando páginas. Estos días estoy leyendo lo biografía de Frank Oppenheimer: "Something incredibly wonderful happens. Frank Oppenheimer and the World he made up" de K. C. Cole.

La escritora científica K.C. Cole nos regala sus vivencias alrededor de Frank, nos entretiene con las entrevistas que hizo a una infinidad de personas que conocieron al creador del Exploratorium, nos engancha con toda la trama de su vida de y nos seduce con la ciencia que se respira. Es un libro magnífico y muy inspirador. A través de él, conocemos a un personaje casi invencible que superó exilios académicos, dificultades económicas, desilusiones políticas y la incomprensión de los menos visionarios. Pero con su optimismo, sus ganas, su ilusión y su curiosidad contagiosa consiguió desnudar la ciencia hasta hacerla imprescindible para las personas que le rodeaban.

Frank fue un gran investigador que participó de los descubrimientos más destacados de la física nuclear del momento, pero a la vez fue granjero, fue profesor de secundaria, fue el creador del Exploratorium. Frank Oppenheimer no creía en una ciencia alejada de las personas, ni en unos conocimientos elitistas. Él pensaba que todos podemos tener buenas ideas, que la ilusión por aprender es innata al ser humano, aunque a veces haya que rescatarla de prácticas poco positivas. Lo importante de la ciencia no es tanto la acumulación de datos, sino la capacidad de ser críticos, la curiosidad, el valor, el entusiasmo, las ganas de comprender, la habilidad de hacerlo... Todas estas cualidades son producto de una experiencia, de una manera de vivir. Aquellos que tuvieron la suerte de estar cerca de él, pudieron verlo de primera mano. Todos los que el tiempo y el espacio no nos han sido favorable para estar con él, tenemos su obra. Pero no sólo su obra en forma de edificio y de Museo (sin colección) sino su manera de pensar, su filosofía, su generosidad con el conocimiento, su juego, sus ganas de compartirlo.

Yo recuerdo cuando trabajaba como profesora de secundaria que solía decirles a mis alumnos que un científico es aquel que es curioso, valiente y trabajador... Al leer la biografía de uno de los físicos más famosos de los últimos tiempos, me doy cuenta de que Frank cumplía perfectamente con esos requisitos. Él era una persona infinitamente curiosa, muy valiente y un incansable trabajador.

Frank fue un visionario, una persona capaz de combinar ciencia, arte y misterio. Él solía decir que la mejor manera de enseñar ciencia era hacer adictos del conocimiento, que del mismo modo que la gente llegaba a entender la poesía, con esa misma magia, comprenderían la ciencia. Y de todo aquel sueño nacido en las aulas de un instituto de secundaria, de toda esa utopía hecha realidad a finales de los sesenta... ¡Hace ya 40 años!

En motivo de esta excelente celebración, el Exploratorium ofrece actividades, propuestas y festejos. Los encontraras en la web centenario. Un placer para los sentido:

Además puedes participar y compartir con ellos tus fotos en Flickr. Porque la cultura científica es cosa de todos. ¡Disfrutémosla!